Una vuelta por el pueblo para observar la arquitectura popular serrana, no tiene desperdicio.
A mi, personalmente, lo que más me llama la atención son los gravados y escrituras en los dinteles de puertas y ventanas, o cargaderos como son conocidos en el pueblo. En la mayoría consta la fecha de construcción, en otros los que mandaron hacer la obra y los que rizan el rizo son aquellos en los que aparece hasta el nombre del constructor.
Para los que queráis conocer mejor el pueblo pinchad en esta dirección: http://monasteriodelasierra.net/pueblo/
Llevamos preparadas dos rutas, la primera que nos conduce a un precioso roquedal camino de la sierra. Y la segunda nos lleva hasta las ruinas del convento de Alveinte.
Son las nueve de la mañana cuando abandonamos el pueblo por una pista que se adentra en la sierra y finaliza a pocos metros de "las calderas". La pista discurre entre robles centenarios de una dehesa preciosa, el día está nublado pero la temperatura es elevada ya a estas horas, el primer tramo del camino es exigente. Un poco más adelante abandonamos la dehesa y el camino suaviza un poco, nos adentramos en zona de pinares. Salimos a una zona despejada y vemos las primeras rocas, nos encontramos a 1400 m.
Nos acercamos a las primeras rocas y observamos como en toda la ladera de este profundo valle hay peñascos de todos los tamaños y multitud de formas que la erosión ha esculpido en ellas.
Descendemos despacio, observando estas curiosas moles de piedra.
Descendemos poco a poco sin seguir sendas ni nada por el estilo y cuando nos queremos dar cuenta nos encontramos en el fondo del valle, en el arroyo Valladares.
Aunque nos hemos desviado de la ruta no nos importa, las vistas han sido preciosas. La salida del arroyo de los Valladares se hace dura, aparte del desnivel que tenemos que salvar no hay sendas ni caminos y las estepas y brezos nos cubren por entero. Después de un kilómetro de ascenso complicado retomamos la ruta que haciendo un giro nos acercará a Monasterio.
Tenemos que salvar aún otro pequeño obstáculo, este pequeño arroyo. Para sorpresa nuestra, encontramos un puente de ultima generación. Una maravilla. ¡Precioso!
La senda que seguimos va ganando anchura hasta convertirse en un camino que nos conduce en suave descenso a través de la dehesa de robles centenarios hasta el punto de inicio.
Son poco más de las doce cuando entramos en el pueblo, el calor comienza a apretar y para refrescarnos que mejor lugar que llegarnos a la fuente situada junto a la iglesia.
Hemos empleado tres horas y después de habernos refrescado estamos preparados para ir al encuentro del convento de Alveinte. Segunda parte de la ruta que será el motivo de la siguiente entrada en el blog.
Que envidia me dais , espero poder acompañaros un día de estos.
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