lunes, 23 de mayo de 2016

Tolbaños de Arriba - Lagunas de Ahedillo - Las Calderas

Comenzamos en el pueblo serrano de Tolbaños de Arriba. A las afueras, junto a la ultima casona  parte un camino, tras una pequeña pendiente y después de cruzar una puerta metálica vemos las primeras marcas del recurrido. El camino discurre paralelo a unos prados hasta llegar a un puente por el que cruzamos el arroyo Rompebarcas (no conozco el motivo por el que se llama de este modo tan curioso), desde aquí tomamos una pista forestal que nos adentra en el espeso pinar. La ruta está muy bien marcada, siguiendo las señales abandonamos la pista y comenzamos el ultimo tramo de ascenso y más duro antes de llegar a las lagunas a través de un magnifico hayedo. El ascenso es duro, pero aún estamos frescos  y en poco más de una hora llegamos a las lagunas.


A nuestra llegada cientos de ranas y unos pocos patos nos reciben con estruendo.
Las lagunas están plenas de agua, nunca las he visto con tanta. Las bordeamos con cuidado de no mojarnos hasta una zona de grandes rocas sueltas desde donde iniciamos el ascenso al alto Ahedillo.


No es muy largo, pero este ultimo tramo de ascenso tiene pendientes muy pronunciadas. Una vez arriba la vista es magnifica, ha merecido la pena el esfuerzo.


Son las once de la mañana y que mejor momento para tomar un tentempié, mientras reponemos fuerzas decidimos la ruta a seguir. A ojo de buen cubero trazamos el camino a seguir para llegar a nuestro destino final; "las Calderas".
Al poco de comenzar a caminar observamos una torre de piedra.


Se trata de un "ormacho". Utilizado por los pastores en tiempos pretéritos para vigilar el ganado.
Luce un sol radiante y aunque nos encontramos casi a 1900 m. nos estorba la ropa que llevamos.
Caminamos campo a través sorteando brezos rastreros, que a causa del frío y el viento no crecen más. El agua corre por todas partes en forma de diminutos arroyos, primero oyes sus aguas saltarinas y un poco más adelante cruzas la corriente camuflada por los brezos.


Estas grandes rocas cortan nuestro camino, en verdad son impresionantes. Aunque las había visto desde muy lejos nunca había llegado a ellas. Pero nos sorprendieron más aun al llegar a ellas, tienen cortes longitudinales y en su parte más externa muros de piedra. Da la sensación como si se hubieran usado para guarecer ganado.




A ciencia cierta no se cual es el nombre del lugar pero he mirado en algún plano y creo que se llama "Corrales de Moruza". El nombre le viene al pelo.
Dejamos atrás este precioso roquedal pero no me puedo resistir a esta ultima foto que nos muestra toda su magnitud.

Estamos muy cerca del paso de las Calderas y el terreno cada vez es más abrupto, rocas, rocas y más rocas, donde la erosión ha dejado su marca en forma de profundos cortes difíciles de sortear. Este tramo se complica, y de que manera, en varias ocasiones hemos tenido que volver sobre nuestros pasos y buscar otra alternativa para sortear los profundos cortes de las rocas.
No sin esfuerzo alcanzamos el desfiladero de las Calderas, pero... sorpresa, nos encontramos a 40 o 50 metros sobre el lecho del río.


Descender por aquí es imposible, aunque las vistas que tenemos de alguna caldera es magnifica.











Llegamos al final de este espectacular desfiladero, a partir de aquí, aunque hay  calderas son más pequeñas. Además pasa ya un poco de la una y nos queda todo el retorno. Sin seguir un camino definido logramos salir de este laberinto, pues eso es lo que parece  en muchos lugares. Una vez que dejamos atrás las rocas el camino es sencillo, aunque es pendiente se hace bastante suave. Pasamos junto a las rocas de los Corrales de Moruza y sin prisa pero sin pausa seguimos avanzando hasta llegar al "ormacho" que nos indica que rápido iniciaremos el descenso, no sin antes reponer fuerzas. Llevamos varias horas de caminata y antes de que el cansancio haga mella hay que combatirlo. La parada es corta, el tiempo de comer una pieza de fruta y refrescarse un poco.
El descenso lo hacemos rápido y las piernas se resienten pero sin darnos cuente alcanzamos Tolbaños.
Hemos caminado un poco más de 23,5 Km. y hemos empleado para ello casi seis horas.
En el siguiente enlace se observa con detalle el itinerario seguido.  


Aunque es una ruta larga se hace bastante cómoda puesto que la mayor dureza se concentra en la primera hora y media. La sorpresa  al encontrar los corrales de Moruza y la llegada a las Calderas que aunque no conseguimos acceder al fondo del desfiladero nunca defraudan.