lunes, 28 de noviembre de 2016

Pozo Negro

Bonito día el que hemos elegido para subir hasta el Pozo Negro, temperatura agradable y el cielo parcialmente nublado. Con lo que no contábamos  era con el manto de nieve que nos encontramos apenas tomamos el camino en Fresneda. Dejamos el coche en Tres Aguas, nos abrigamos bien e iniciamos la marcha. En esta ocasión me acompaña mi hija, el lugar a desatado en ella un inusitado interés y quiere conocerlo. El tramo de pista los hacemos bastante bien, pero en previsión de los que nos podemos encontrar le pongo en antecedentes. Parece animarse ante el reto, aun así le dejo claro que en cuanto quiera nos damos la vuelta, que el pozo no se mueve de ahí y podemos volver cualquier día.




Abandonamos la pista y la senda por la que debemos avanzar, a partir de ahora, más que verse, se intuye gracias a las marcas en los arboles caminamos con la certeza de seguir el camino indicado.


Primer puente

La nieve está muy blanda, con lo que mantener el equilibrio es una tarea complicada, avanzamos despacio y aun así los resbalones están a la orden del día al igual que alguna que otra culetada.




Según ascendemos la capa de nieve adquiere mayor espesor y esto no es nada comparado con lo que encontramos en el tramo final. En las ultimas rampas, duras ya de por sí, tenemos que añadir la capa de nieve que nos cubre casi hasta la rodilla. Abandonamos el hayedo y donde tenían que estar los brezos solamente hay nieve. Agotados, este tramo se nos hace interminable, son cien metros los que nos quedan pero tenemos la nieve hasta la cintura y es tal la impotencia de estar tan cerca y no poder alcanzar el objetivo que apunto estoy de dar media vuelta. Para mi hija es una experiencia fantástica, comenta que ni en sus mejores sueños imaginaba una nevada así. Me contagia su optimismo y después de un buen calenton salimos del atolladero que estábamos inmersos.




Alcanzamos nuestro objetivo, hacemos las fotos de rigor e iniciamos el descenso.




El Otero se pierde entre la niebla que comienza a descender por sus laderas  y un viento helador nos azota con fuerza.




El primer tramo de descenso, que a la par es el peor, lo hacemos sin miedo a las temibles caídas ya que la nieve amortigua los golpes. En el segundo tramo, como pisamos nuestras huellas bajamos bastante bien. Y por fin llegamos a la pista, que a pesar de ser el tramo más cómodo, se nos hace muy largo a los dos. Llegamos a Tres Aguas, hemos tardado cuatro horas en hacer el recorrido, dos y media para subir y hora y media hemos empleado en el descenso.
Lo mejor de todo, la compañía, que confío poder disfrutar en muchas más salidas.

2 comentarios:

  1. Que bueno , ya me gustaría poder ir a esos lugares , pero no lo descarto para cuando tenga la agenda un poco mas tranquila, asi que gracias por acercármelo a casa, es una buena forma de hacer que lo visite.

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