lunes, 22 de octubre de 2012

LAS CALDERAS

La ruta que quiero describir es de unas siete horas de duración. Quitando un tramo, como de un kilómetro, que es de bastante dureza, el resto de la ruta es bastante cómoda.
El coche lo dejamos en las tenadas de "Tasugueras". Es sencillo llegar a ellas, una vez pasado el pueblo de Castrillo de la Reina dirección Quintanar, como a tres kilómetros tomamos un cruce a mano izquierda. Es la antigua carretera que desciende hasta el río Arlanza en la zona de "los vados". Esta zona previsiblemente quede anegada por las aguas cuando la presa de Castrovido este terminada.
En la entrada de la carretera hay una señal de carretera cortada y alguna más de obras. Con precaución nos adentramos en ella, hay alguna zona llena de socavones, pero en términos generales la carretera está bastante aceptable. Pasamos el puente sobre el Arlanza y un poco después giramos a la izquierda tomando una pista forestal, que en el primer tramo es compartida con los usuarios de la planta de áridos de la presa de Castrovido. Nada más pasar la planta de áridos, nos encontramos el camino cortado por una puerta. Esta puerta no tiene otra misión que evitar que el ganado salga y se disperse. Una vez en el interior de la zona vallada, seguimos la pista y como a trescientos metros están las tenadas de "Tasugueras" o lo que queda de ellas. Dejamos el coche donde no moleste y comenzamos la ruta en sí. Cuando empezamos a andar son la diez de la mañana, seguimos la pista , que al principio esta rodeada de pequeños campos, pero según avanzamos se va adentrando en una zona de extensos robledales. Esta zona es conocida como "Cantalaguna", la marcha no tiene ninguna dificultad, aunque siempre es un poco cuesta arriba. Llegamos al "Terrero" e iniciamos un suave descenso. Con un poco de suerte podemos encontrarnos alguna grata sorpresa como esta:
Nos deleitamos un momento con la estampa, que duró lo que quiso el ciervo, y cuando dió por satisfecha su curiosidad se largó.
Seguimos el descenso hacia el río pedrosillo, dejamos dos cruces a mano derecha, el primero llega hasta" el prao Nava" y el segundo lleva hasta "el barracón".
 Ahora estamos rodeados por espesos pinares. Llegamos al Pedrosillo y lo cruzamos por un puente precioso.
Hacemos un alto en el camino para deleitarnos con la panorámica, el lugar es realmente maravilloso. Sin demora seguimos la pista, que ahora se torna cuesta arriba, como a medio kilómetro del río, hay una pequeña senda que nos lleva hasta "el prao Aguamediano".
Aguamediano es el nombre de este antiguo poblado medieval, aún queda algún resto de cimentaciones de casas, y unas pocas tumbas.
Tomamos un frugal almuerzo y continuamos. En vez de salir a la pista por la senda que habíamos llegado, damos un rodeo y nos encontramos encontramos esto:
Es una gran roca llena de estas pequeñas piedras distribuidas como si fueran mesas de camping.
En esta otra foto se aprecia con más detalle.
¡Que cosa más curiosa!, no tenía ni idea de que lo podía ser, ni para que podía servir.
Nada más llegar a Castrillo pregunté por estas pequeñas mesas. Y me dijeron se que utilizaban para dar sal a las ovejas, ¡menudo chasco!
Salimos otra vez a la pista , cada vez la vejeteción es un poco más espesa, pero el camino no presenta dificultades, hasta que llegamos a un cortafuegos con una pendiente barbara que tenemos que ascender. No es muy largo, puede tener mil metros, pero da la sensación de no acabarse nunca. Una vez  arriba nos encontramos el camino que viene de Monasterio de la Sierra y nos va a llevar has casi las calderas. Tomamos  la derecha y continuamos  con nuestra  lenta ascensión. Llegamos al final del camino, desde aquí hasta las calderas continuamos por una estrecha senda, pero bien marcada con hitos de piedra. Nos adentramos en el pinar y en poco tiempo estamos en el final de las calderas, una zona de cortados rocosos espectaculares.
Cuando llegamos a la ultima caldera son las dos de la tarde, hora de comer.
Mientras comemos evaluamos la posibilidad de verlas todas, pero cuando terninamos de comer decidimos que es mejor volver al coche  y regresar otro día.
Nos deleitamos un momento con el curso de agua y sin prisa, pero sin pausa iniciamos el regreso.
Las tardes de octubre no son muy largas, y tiempo  habrá para volver otro día.
Al lado de la ultima caldera sale una senda marcada como antes, por hitos de piedra, es fácil seguir las marcas. En vez de regresar al coche por donde hemos venido ahora lo vamos a hacer por la pista del" barracón". Una ultima mirada .¡Fantastico!.
El descenso es vertiginoso,¡ menudos desniveles!.
 Dejamos a la derecha los restos del" barracón", que en su día fue albergue de los trabajadores de la zona que sembraron de pinos las zonas aledañas, y del que hoy no quedan casi ni las paredes.
La piernas comienzan a doler por un descenso tan prolongado. Por fin este se termina, cruzamos el arroyo del Quintanar (que está seco), y comenzamos un suave ascenso hasta llegar al terrero, lugar donde por la mañana vimos el ciervo. Desde aquí hasta el coche es un cómodo paseo, que como tal nos lo tomamos. Son las cinco de la tarde cuando damos por terminada la ruta.
Si quitamos media hora que paramos para almorzar, y una hora para comer, hemos andado durante cinco horas y media.
Es aconsejable hacer esta ruta con tiempo seco, es igual la época del año que sea, los caminos se enfangan mucho y las rocas de las calderas son muy peligrosas mojadas.
¡Espero que la disfrutéis tanto como yo!

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