jueves, 11 de abril de 2013

Presa de Alba

Tomamos la nacional 120, después de bajar la Pedraja y un poco antes de llegar a Villafranca Montes de Oca hay un cruce a mano derecha, en la indicación pone Presa de Alba y Nuestra Señora de Oca. Como a 1 km. se encuentra la ermita donde dejamos el coche. La ermita se encuentra en el interior de un vallado y junto a ella hay unos manantiales de lo más curiosos.
Desde el primer momento pisamos nieve. Tomamos el camino del desfiladero, que con el manto blanco está precioso.

La zona alta de los riscos está cubierta por la niebla que no nos deja ver su grandeza, pero también tiene su encanto.
Continuamos por el desfiladero y a poca distancia, se intuye más que se ve, la mole de la presa de Alba.
 Una vez al pie de la presa comenzamos a subir escaleras, no se cuantas son, pero arriba las piernas parecen de alambre por lo enclenques que se quedan. Dejamos atrás la caseta del guarda y vamos por un camino que bordea la presa.
La niebla sigue espesando, casi no nos permite ver las rocas al otro lado de la presa, que precisamente no son pequeñas.
Seguimos la pista y un poco  antes de llegar al pueblo abandonado de Alba unos corzos nos sorprenden, saco la cámara pero cuando los quiero fotografiar se encuentran ya muy lejos.
Dejamos el pueblo a la derecha y continuamos por la campa que hace un instante corrían los corzos, después nos adentramos en una zona de pinos, vergas y hayas desde donde se alcanza a ver la cola del pantano.
Cruzamos un  riachuelo y después de subir una pequeña pendiente nos adentramos en un profundo hayedo, donde algunos de sus ejemplares son soberbios.
Hemos sobrepasado la cola de la presa y la senda nos conduce hasta el borde de otro precioso desfiladero.
La ruta continua río arriba y una vez salvado el corte del defiladero la senda desciende vertiginosamente hasta el río que cruzamos sin dificultad. Me imagino que con tiempo seco este desfiladero se podrá hacer por el río, pero las condiciones actuales nos invitan a dejarlo para mejor ocasión.
Subimos la empinada ladera, creo yo, que por la zona más complicada. Y para no recalentarme , con la escusa de hacer fotos , voy parando de vez en cuando. Casi arriba nos topamos con una pequeña cueva que tiene cegada una abertura que da directamente al precipicio. Hacemos un pequeño alto para observarla. ¡Interesante!
La senda nos lleva hacia la derecha y rápido comenzamos a descender hasta toparnos con un arroyuelo. El sitio es tan bueno como cualquier otro para tomar un bocado, poca cosa, fruta, galletas  y un caldillo reconstituyente. El frío es intenso por lo que reanudamos la marcha con rapidez.
Para entrar en calor otra subida, un poco de llano y con un esfuerzo salvamos el ultimo desnivel que nos sitúa en el roquedal sobre la presa.
La niebla sigue espesa y da al lugar un toque irreal, casi fantasmagórico.
En lo más alto del cerro hay un cartel que nos indica la ubicación de un castro celta, la pena es que con la nieve no se aprecia nada.¡ Ya tengo un motivo para volver!
La postal desde la privilegiada posición que nos encontramos es majestuosa y a la vez un tanto tétrica, un manto de nieve lo cubre todo, la niebla nos envuelve  con un halo de misterio dando la sensacion que en el siguiente recodo del camino te puedes encontrar con el Yeti.
Iniciamos un frenético descenso que nos adentra en un precioso hayedo, al final del cual se encuentra nuestra meta. Estamos otra vez en la ermita de Oca.
Hemos empleado tres horas en hacer los catorce kilómetros de recorrido. La temperatura mínima ha sido de tres bajo cero y la máxima de cero grados.
Por esta zona he estado en todas las épocas del año, y en todas es un placer dar una vuelta por estos parajes. Pero el día de hoy ha tenido ese toque sublime donde el único calificativo posible es el de fantástico
 

1 comentario:

  1. Enhorabuena "Juanma",por intentar acercar la montaña de modo util y sencillo,tanto a las personas que se estan iniciando como a las que no.Me gusta mucho ver estas rutas,pues son cercanas a Burgos.

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